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sábado, 8 de marzo de 2014

MUJER, desde los siglos

Hoy, nada quiero decirte, Mujer.
Hoy mi voz, aquietada y silente
se pierde en la naciente del verbo
¿Con qué, palabras mayores, 
podría esculpir tu semblanza?

He sofrenado dulzores 
que deleiten tus oídos. 
¡Allí, latentes quedan
para los albores íntimos
del disfrute diseñado!

Sólo pensarte, mujer
a través de los siglos
en esa dialéctica febril
y tortuosa de la historia,
de la que vas emergiendo.

¡Íntimamente sabes lo que eres!... 
Sin palabras pequeñas, ¡debes saberlo!
la multitud de las formas y sentires,
enjoyadas ofrendas, saciando el existir.
¡Eso eres!... Si comprendida. Si elevada.

No es mi intención incluir lo que deshonra.
Te pienso como a la esencia de Mujer Total
pues, ¿sabes? hay hombres sin honra de si,
humanos en general pisoteando su estirpe
y yo hablo de tu ser elevando lo humano.

No son machismos ni feminismos
lo que bates con banderas de conflictos
mas bien, ¡engalanada, te empoderas!
en la fuerza de la firmeza y la virtud,
¡nuevo mundo creas, si riegas tu ternura! 

Debes andar sobre esta Tierra, ¡libre!,
con los mismos derechos, acrecentados,
en la plenitud y el gozo de lo humano.
Debes huir de las toscas crueldades
de pensamientos y arcaicos misticismos.

Y te veo allí, delante de mi pensamiento...
y del poeta arrancas el poema de un suspiro,
tu cabellera mueves, y alegre prendes una flor
así, dueña y protectora de natura te percibo.
Tu andar, es danza y palpitar del corazón.

Has sido madre en la inmensidad del tiempo
a pesar del agobio y de la lucha silenciosa,
a pesar de la crueldad e iniquidad del martirio.
Ya es hora, que crezca liberada tu hermosura,
la externa, ¡y más!, 
lo bello e interno de tu ser.
¡Feliz día, y para siempre!
MUJER.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

martes, 4 de marzo de 2014

FANTASMAS DE LA HISTORIA (Poema en alusión a la GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA, también llamada, Gran Guerra)

Transito estos lugares de vírgenes bosques
donde aún se escuchan los ayes de la historia.

La niebla sube desde el espejo de las aguas.
El estero/
¡Sordo en el silencio de sus trinos!

Y es una ovación reverencial ese silencio mientras gotean
(lentas de ritmos seculares)
las hojas humedecidas de los sauces.

Mi caballo sudoroso gestiona la atención desde su asombro/
Alumbran mi camino sus ojos negros.
Sus orejas/ pantallas son/
que perciben mi tensión meditabunda.

Los árboles de sabia ingenua...
(¡acaso ingenua!)
festejan la vida en sus verdores/
en la inmovilidad de sus pasos/
pero lloran/
la inmoralidad de los tiempos
sobre la raíz paradojal del bestialismo humano.





Los metales todavía suenan en la imagen fresca
de alguna sensibilidad.
Chispas ardientes/
Estrépito sulfuroso/
¡Todo chocando en la lanza de mis versos
y en la atónita pregunta del poeta!

Sobre el pantano se encolumna el aire temeroso.
Asciende interminable el cálido vapor de los siglos.

Los juncos persisten erguidos.
Acaso fantasmas de jóvenes esperanzados
envueltos en el azar ingrato de la guerra.
Sombras y más sombras rondan en el alma...
Oscurecen ya
los espíritus de los hombres.
¿Aprenderán acaso algún día
lo simple muy simple
que deben aprender?

Les hablo desde aquí/
desde esta atalaya de selvas y pantanos.
Desde el rincón del Guairá.
Donde madura la memoria de mi raza.
Les hablo desde aquí
para abrir acaso

la cegueras
en la indiferencia de los tiempos.
¡oh, auditorio de la indiferencia mundanal!

AUTOR: Juan Carlos Luis Rojas