Tatuada esta imagen en la piel del aire.
Estampada en la pared.
Diluida en la niebla del ocaso.
Perdida en salamandras del invierno.
Este ser amanecido de las ruinas
que se vierte cual zombi
en la voluntad de la aurora.
Esquiva los peñascos
sobre estos valles engañosos.
Se arroja a veces
a los abismos de la suerte,
y en otras luces
ajustando el cuadrante de antaño
ante sus ojos/
¡acaso pariere el horizonte
nuevos continentes y esplendores!
Navegante soy
de otoños derrumbados
donde lo azul se mece
en primaveras memoradas.
Sigo abriendo por lo bajo
las claves de cantares silenciosos
en la partitura extrema que resuena
de blancas lentas
o danzantes semifusas.
Ignoto espíritu
donde no existen las pompas
de prietos anaqueles...
Arrogante de ternuras
en la siembra esquiva del amor.
Autor: Juan Carlos Luis Rojas
Estampada en la pared.
Diluida en la niebla del ocaso.
Perdida en salamandras del invierno.
Este ser amanecido de las ruinas
que se vierte cual zombi
en la voluntad de la aurora.
Esquiva los peñascos
sobre estos valles engañosos.
Se arroja a veces
a los abismos de la suerte,
y en otras luces
ajustando el cuadrante de antaño
ante sus ojos/
¡acaso pariere el horizonte
nuevos continentes y esplendores!
Navegante soy
de otoños derrumbados
donde lo azul se mece
en primaveras memoradas.
Sigo abriendo por lo bajo
las claves de cantares silenciosos
en la partitura extrema que resuena
de blancas lentas
o danzantes semifusas.
Ignoto espíritu
donde no existen las pompas
de prietos anaqueles...
Arrogante de ternuras
en la siembra esquiva del amor.
Autor: Juan Carlos Luis Rojas